lunes, 23 de enero de 2012

TEMA 6. GUERRA COLONIAL Y CRISIS DEL 98

Este tema hay que imprimirlo para trabajarlo en clase en la primera semana de febrero. 

TEMA: GUERRA COLONIAL Y CRISIS DE 1898.

Hasta la Regencia de María Cristina de Habsburgo, Cuba había sido una colonia muy importante para España. Llegó a ser más rica incluso que la metrópoli desde el primer tercio del siglo XIX, momento en el que se implanta en la isla una nueva forma de explotación agrícola, basada en las plantaciones esclavistas, especialmente de azúcar, tabaco y café.
La independencia cubana no puede ser considerada de la misma manera que la de la América continental, realizada durante el primer cuarto del siglo XIX. Para entender la importancia del problema cubano en España, hay que tener en cuenta los vínculos culturales, familiares, económicos y sociales entre España y las islas de las Antillas, especialmente el hecho de que Cuba y Puerto Rico eran sentidas desde la Península de manera similar a como lo eran las Baleares o las Canarias, es decir, parte inseparable de España.

1. LOS BANDOS CONTENDIENTES ANTE LA GUERRA.

1.1. La Guerra para los rebeldes cubanos.
En Cuba la guerra independentista era un fenómeno popular entre las clases inferiores, especialmente entre los campesinos. La lucha de los mambises (guerrilleros de origen humilde) contra España se hacía para mejorar su situación económica y social, que desde su punto de vista, tenía que pasar por la independencia de Cuba, a ejemplo de la Guerra de Independencia de EE.UU. El apoyo de este país contribuyó a hacer más popular el alzamiento entre los criollos (descendientes de españoles), que controlaban la economía de la isla.
Además, la existencia del esclavismo en la isla hasta tiempos muy tardíos fue un factor decisivo para que la mayoría de los campesinos negros o mulatos se sumase a la rebelión.

1.2.La Guerra para los EE.UU.
Para las oligarquías económicas, tanto criollas como norteamericanas, el interés en el conflicto era muy importante, especialmente desde que McKinley se convierte en Presidente de los EE.UU., ya que la economía cubana había entrado progresivamente en la órbita de aquel país.
El desarrollo del mercado norteamericano, la proximidad a la isla de Cuba y la capacidad de la economía norteamericana para absorber la producción cubana hacían de los Estados Unidos el mercado natural de la isla, de forma que la independencia política de Cuba beneficiaba los intereses económicos estadounidenses.

1.3.La Guerra para España.
En España, el conflicto cubana se trató como una cuestión de honor, apelando al nacionalismo español y buscando la unidad de todas las fuerzas políticas (sólo el PSOE se manifestaba contrario a la guerra). Esto se debía a que en Cuba confluían muchos sentimientos e importantísimos intereses económicos (monopolio estatal sobre el comercio cubano, que proporcionaba grandes beneficios al Estado español).
Además, tanto en Cuba como en España o en EE.UU. se era consciente de que la guerra independentista cubana podría desembocar en un enfrentamiento directo entre España y los Estados Unidos.
El problema era casi irresoluble para nuestro país: o bien se iba a una guerra contra los EE.UU. en la que la derrota era prácticamente segura (puesto que el poderío militar estadounidense era muy superior al español); o, por el contrario, se corría el riesgo del enfrentamiento con el ejército propio en el caso de vender, abandonar o entregar la isla, arriesgando además lo que era intocable, es decir,  la monarquía y el equilibrio constitucional.

2. LA GUERRA DE CUBA Y LA PÉRDIDA DEL IMPERIO COLONIAL ESPAÑOL.

2.1. Antecedentes.
A partir de la Paz de Zanjón (1878), que había puesto fin a la Guerra de los Diez Años, el comercio cubano se orientaba cada vez más hacia los Estados Unidos, que habían realizado grandes inversiones de capital en la isla, especialmente en la industria azucarera.
Además, las promesas de autonomía que se establecieron en Zanjón no se respetaron y los cubanos seguían pidiendo mayores cuotas de autonomía e independencia. Maura, miembro del Partido Conservador, presentó un proyecto autonomista para la isla a principios de la década de 1890, pero fracasó.
El resultado de todo esto es que en 1895 estalla la insurrección separatista en Cuba (tras el “Grito de Baire” y bajo el liderazgo de José Martí). Muerto Cánovas en 1897, Sagasta conseguirá aprobar  un proyecto de autonomía para la isla, pero ya será demasiado tarde.
A esta revuelta se unirá la de Filipinas en 1896, encabezada por Emilio Aguinaldo. El general Polavieja, al mando de las tropas españolas, actuó con extrema dureza y ejecutó al principal intelectual independentista del archipiélago, José Rizal. La rebelión será sofocada en 1897.

2.2. Desarrollo del conflicto.

a)      La guerra de guerrillas.
La guerra estalla en 1895 y José Martí, el líder independentista, sustituido a su muerte ese año por Antonio Maceo, consiguió sublevar la parte oriental de la isla, la más antiespañola. Cánovas envía a Martínez Campos para que combine la negociación con la guerra. Al no conseguirlo, lo retira y envía al general Weyler, que impuso una línea dura y represiva. Ésta consistía en dividir el territorio de la isla en tres partes por medio de trochas o líneas fortificadas que impedían el paso de los insurrectos, con lo que se facilitaba su eliminación.
Con la muerte de Maceo la guerra estaba prácticamente ganada por España a principios de 1898, pero entonces se produjo la intervención estadounidense. La dureza y crueldad que utilizó Weyler provocó una protesta internacional, que fue aprovechada por EEUU para intervenir.

b)      La intervención de Estados Unidos.
El Presidente norteamericano McKinley protestó duramente por la represión llevada a cabo por Weyler ante el gobierno de España, e intentó comprar la isla por 300 millones de dólares, a lo que el gobierno, por patriotismo, se negó. Pero los estadounidenses aprovecharon el incidente del Maine (la explosión de un acorazado norteamericano en el puerto de La Habana, de origen incierto, en febrero de 1898) para mandarle un ultimátum a España, que en definitiva era una declaración de guerra.
Las fuerzas eran desiguales: al poderío económico y militar estadounidense solo se le oponía un viejo y mal dotado ejército. A pesar de ello, en España, fomentado por la prensa y la burguesía catalana, con grandes intereses económicos en Cuba, estalló una gran campaña de patriotismo.
La guerra se desarrolló en dos frentes, en el Pacífico y en el Caribe, y se decidió en el mar: la flota estadounidense derrotó a la española primero en Cavite, frente a Manila, y después frente a Santiago de Cuba (mayo-julio de 1898), haciendo insostenible la defensa terrestre de ambos territorios (mencionar, sin embargo, la resistencia de un puñado de españoles, “los últimos de Filipinas”, que permanecerán combatiendo al noroeste de Manila hasta un año después de haber terminado la guerra).

c)      La Paz: el Tratado de París.
El 10 de diciembre de 1898 se firmó el Tratado de París, por el cual España reconocía la independencia de Cuba (que acabará bajo la órbita política y económica estadounidense) y cedía a EE.UU. Puerto Rico, la isla de Guam (en las Islas Marianas, en el Pacífico) y las Filipinas. En 1899 España vendía a Alemania los restos de su imperio en el Pacífico: las Islas Carolinas, las Marianas (excepto Guam) y las Palaos.
De este modo se terminaba con el antiguo imperio colonial español, nacido tras el descubrimiento de América y consolidado durante el siglo XVI, bajo los reinados de Carlos I y Felipe II. España pasaba así a convertirse en una potencia de segunda fila en el orden internacional.

3. LA CRISIS DEL 98.

La derrota de 1898 sumió a la sociedad y a la clase política española en un estado de desencanto y frustración. Significó la destrucción del mito del imperio español, en un momento en que las potencias europeas estaban construyendo vastos imperios coloniales en Asia y África, y la relegación de España a un papel secundario en el contexto internacional. Además, la prensa extranjera presentó a España como una nación moribunda, con un ejército totalmente ineficaz, un sistema político corrupto y unos políticos incompetentes. Y esa visión cuajó en buena parte de la opinión pública española.
La crisis del 98, más que política o económica fue una crisis moral e ideológica, tan profunda y amplia que hizo tambalearse al sistema de la Restauración. A partir de aquí, los nacionalismos comienzan a expandirse, el movimiento obrero y el republicanismo se radicalizan, comienza un renacimiento del militarismo (el ejército derrotado pasó a considerarse garante de la unidad nacional y la paz social, amenazadas por los nacionalismos periféricos y el movimiento obrero, respectivamente) y la críticas al sistema canovista se generalizan.
Muchos historiadores sitúan en el 98 el inicio de la crisis de la Restauración. El desastre del 98 tendría su continuidad en la Semana Trágica de 1909, la crisis de 1917 y  el desastre de Annual, desembocando en la dictadura de Primo de Rivera.
De la derrota surgía una nueva idea y un nuevo impulso: la modernización de España, ya que para todos la causa fundamental del desastre estaba en nuestro retraso con respecto a los países del entorno. En este contexto, se instaló en España el movimiento regeneracionista.
Se puede definir el Regeneracionismo como un movimiento ideológico que hace culpable a la Restauración de todos los males de España y propugna la necesidad de una modernización política, económica y social, que vendría de la europeización de España. El Regeneracionismo tiene sus precedentes en los arbitristas del siglo XVII y los ilustrados del siglo XVIII, que como ellos se basan en un análisis pesimista y crítico de la situación de España y la necesidad de un cambio, de una regeneración.

3.1. El Regeneracionismo Intelectual.
El movimiento regeneracionista fue liderado por una serie de intelectuales entre los que destacan Lucas Mallada, Macías Picavea, Ángel Ganivet, la Generación del 98, y, sobre todo, Joaquín Costa. Éste propugnaba la necesidad de modernizar España y olvidar las glorias del pasado. Pretendía sustituir la política del régimen de la Restauración, que favorecía a la oligarquía, por otro sistema que beneficiase a las clases medias.
Así, proponía:
-          El reparto de la tierra, con la restauración de la antigua práctica española del colectivismo agrario (tierras comunales), eliminado con las desamortizaciones.
-          La construcción de grandes obras hidráulicas, capaces de mejorar la agricultura en un país de escasas e irregulares precipitaciones.
-          La extensión de un programa educativo, acompañado de la construcción de escuelas, que sacaría a las masas de su tradicional ignorancia.

A este regeneracionismo intelectual le iba a suceder otro regeneracionismo más práctico, el de los políticos, pero con muchas variantes ideológicas, ya que tanto partidos dinásticos, nacionalismos periféricos, movimiento obrero, republicanos, e incluso los militares, plantearon sus propuestas de regeneración.

3.2. La Generación del 98.
Desde el punto de vista literario, se va a formar un grupo influenciado por el desastre del 98, el Regeneracionismo y Joaquín Costa. Es la generación del 98.
Unamuno, Machado, Valle-Inclán, Azorín, Baroja, Maeztu, Ganivet, etc, tienen en común su procedencia periférica y su interés por Castilla, pero sobre todo les une su "común dolor" por España y su decadencia. Su preocupación giró en torno al "problema de España", de su definición como nación, de la búsqueda de sus señas de identidad nacional, del alejamiento entre la España real y la España oficial, y de las causas de su atraso con relación a Europa, tal vez la verdadera causa del desastre.
A partir de entonces, “el problema de España” se iba a convertir en el gran tema de debate político nacional.