miércoles, 29 de febrero de 2012

2ª parte del tema 5. LA CRISIS DE LA RESTAURACION.

TEMA: EL REINADO DE ALFONSO XIII: LA CRISIS DE LA RESTAURACIÓN.

1. Alfonso XIII: Proyectos del Regeneracionismo Político  (1902-1914).

Alfonso XIII inició su reinado efectivo al alcanzar la mayoría de edad en 1902, en un ambiente de crisis política e intelectual tras el desastre de 1898. A partir de entonces se puede hablar de revisionismo o regeneracionismo en cultura, pensamiento o política.

1.1 El revisionismo conservador de Maura.
            Antonio Maura personificó la renovación del Partido Conservador a comienzos del siglo XX. Maura fue presidente del gobierno en dos ocasiones, conocidas respectivamente como el “Gobierno corto” (1903-1904) y el “Gobierno largo” (1907-1909). Tras perder el poder en 1909 ejerció una oposición crítica frente a su propio partido. El programa político de Maura, o “maurismo”, puede resumirse en los siguientes principios:
  • Conservadurismo católico.
  • Implantación de un sistema político en el que estuvieran representados los ciudadanos por corporaciones (grupos sociales cuyos miembros tienen algún vínculo que les une, como la profesión). Para ello había que acabar con el caciquismo. Este punto entrañaba una crítica directa al parlamentarismo liberal y a la democracia.
  • Incorporar otras fuerzas políticas al sistema, especialmente el catalanismo conservador de la Lliga.
  • Llevar a cabo una política exterior nacionalista y expansionista en Marruecos para olvidar la derrota de 1898 y dar un nuevo impulso a los militares.

1.2. La Semana Trágica (1909).
            En julio de 1909 estalló en Barcelona una crisis conocida como la Semana Trágica, cuyas secuelas terminaron con el gobierno largo de Maura. En este conflicto se unieron varios problemas políticos y sociales.

a)      El problema del catalanismo político.
El catalanismo estaba representado por la Lliga Regionalista, fundada en 1901 y liderada por Prat de la Riba y Francesc Cambó.  Su objetivo era lograr cierta autonomía administrativa. Un incidente sobre  unas caricaturas y el asalto por parte de militares de la sede de algunos periódicos catalanistas provocó la aprobación, con apoyo del rey, de la Ley de Jurisdicciones (1906), por la que los delitos contra la patria y el ejército serían juzgados por tribunales militares. Las fuerzas políticas catalanas reaccionaron constituyendo Solidaritat Catalana, una coalición de todos los partidos antidinásticos o antimonárquicos, desde republicanos federales hasta carlistas, y que obtuvo resultados espectaculares, pese al fraude electoral, en 1907.
Por otro lado, un grupo de republicanos se reunió en torno a Alejandro Lerroux, antimonárquico y enemigo del nacionalismo catalán, que estaba respaldado por parte de la burguesía. En 1908 creó su propio grupo, el Partido Republicano Radical.

b)      El problema del movimiento obrero.
El sindicalismo catalán, tradicionalmente influido por el anarquismo, había encontrado como instrumento de lucha la huelga general. En 1907 los sindicatos formaron una Federación de Sociedades Obreras, conocida como Solidaridad Obrera, que se extendió por toda Cataluña. A pesar de que la federación era apolítica, los anarquistas y los radicales de Lerroux luchaban por controlarla. Por su parte, UGT, sindicato socialista, muy influyente en Asturias, Vizcaya y Madrid, era minoritario en Cataluña y se mostraba reacio a convocar huelgas generales.

c) Los sucesos de julio de 1909.
En julio de 1909 el gobierno de Maura obligó a reclutar tropas con destino a la guerra de Marruecos, llamando a filas a los reservistas, muchos de ellos con familia. La medida provocó numerosas protestas, especialmente en Cataluña. El 26 de julio las organizaciones obreras convocaron una huelga general en Barcelona. La huelga, que no triunfó en el resto de España, degeneró en un motín que duró aproximadamente una semana (Semana Trágica).
Tras estos sucesos, la represión fue espectacular: se dictaron cinco condenas de muerte, entre ellas la de Francesc Ferrer i Guardia, anarquista que no había intervenido en el movimiento. La campaña contra las ejecuciones provocó la protesta internacional. Maura se vio obligado a dimitir para dejar paso a los liberales, a los que acusó de aliarse con los enemigos de la monarquía para echarlo del poder (octubre  de 1909).

1.3. El revisionismo de la izquierda: Canalejas y los socialistas.
Tras morir Sagasta, el nuevo líder del Partido Liberal será Canalejas. Éste será presidente del gobierno entre 1910 y 1912, momento en que intentó renovar el programa liberal, admitiendo la intervención del Estado en la economía y la sociedad, la reforma social, la separación de la Iglesia y el Estado y la democratización del régimen. Canalejas se mostró riguroso en la represión de una nueva oleada de huelgas (1911-1912), empleando para ello el ejército. En noviembre de 1912 fue asesinado por un anarquista.
La izquierda antidinástica constituyó la Conjunción Republicano-Socialista, que reunía entre otros a Pablo Iglesias, Alejandro Lerroux, Melquíades Álvarez o Benito Pérez Galdós. En las elecciones de 1910 esta coalición obtuvo numerosos votos en Bilbao, Valencia, Madrid, Málaga y Barcelona. Pablo Iglesias fue elegido diputado, lo que significaba que, por primera vez, el movimiento obrero entraba en las Cortes.
De la Conjunción se apartaron más tarde el Partido Radical de Lerroux, que fue moderando su discurso; y Melquíades Álvarez, que formó en 1912 el Partido Reformista, un grupo republicano interesado en democratizar España. A este partido se aproximaron intelectuales liberales como Manuel Azaña y José Ortega y Gasset.
Por otra parte, los sindicatos crecieron de forma muy significativa en las primeras décadas del siglo XX. La UGT se extendió entre los mineros asturianos y los ferroviarios, lo que le permitió organizar huelgas de ámbito nacional.
En Cataluña, Solidaridad Obrera pasó a convertirse en una organización sindical nacional, la Confederación Nacional del Trabajo o CNT (1910-1911), que se autodefinía como anarcosindicalista. Solo empleaba una táctica, la acción directa, y tenía como objetivo último la revolución social y la supresión del Estado y los partidos políticos, que debían ser sustituidos por agrupaciones libres de trabajadores. La CNT, más descentralizada que la UGT, aglutinó a la mayoría de los sindicatos catalanes, pero también tuvo implantación en Gijón, Valencia, Andalucía Occidental y Zaragoza. Fue ilegalizada y tuvo que actuar en la clandestinidad.

2. Alfonso XIII: la crisis del parlamentarismo (1914-1923).

            La desaparición de Canalejas, la resolución del turno en el gobierno y el estallido de la Primera Guerra Mundial marcaron el comienzo de una etapa de graves problemas que desembocaron en la crisis de 1917.
            En 1913 el rey entregó el gobierno a los conservadores para que “fabricasen” su mayoría en las Cortes. Alfonso XIII decidió en esta ocasión marginar a Maura, rechazado por la izquierda y los liberales, y llamó a Eduardo Dato como jefe del gobierno. La desunión de ambos partidos, liberal y conservador, dificultó la gobernabilidad del país: ningún líder político era capaz de obtener un respaldo sólido dentro de su partido. Esto condujo a una gran inestabilidad, especialmente a partir de 1917, a un bloqueo parlamentario continuo y a la casi permanente suspensión de las Cortes. Se recurrió sistemáticamente a la formación de gobiernos de concentración.
            En este contexto, se produjo la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Aunque España permaneció neutral, sufrió los efectos de la guerra, pues las repercusiones económicas y sociales fueron importantes. La industrialización se aceleró y también se produjo una gran inflación, con lo que disminuyeron los ingresos de los obreros, empleados públicos, militares y demás asalariados.
            Ante esta situación, comenzaron las protestas populares a través de motines y disturbios, y, más tarde, de huelgas organizadas por la UGT y la CNT. Se presionó al Estado para que interviniera y controlara los precios de los productos de primera necesidad. El desenlace del conflicto tuvo importantes repercusiones. La desaparición de los imperios europeos y el estallido de la revolución rusa animaron a los republicanos españoles a luchar por una sociedad más democrática. Esos mismos acontecimientos fueron recibidos con temor por los terratenientes, la burguesía y gran parte de la clase media española. Este último grupo empezó a desear una solución militar autoritaria que pusiera orden en la sociedad española.

            2.1. La crisis de 1917.
            La crisis política estalló en 1917 y en ella confluyeron los siguientes factores:
        El ejército. A partir de 1916 se organizaron las juntas militares de defensa, asociaciones de oficiales que exigían al gobierno mejoras profesionales y salariales. El descontento era mayor entre los oficiales que permanecían en la Península, pues se sentían relegados frente a los que intervenían en la Guerra de Marruecos (los llamados africanistas), ya que éstos ascendían más rápido.
        La oposición política, encabezada por la Lliga. Dado que la oposición no podía expresarse en las Cortes, que estaban continuamente suspendidas, se decidió convocar una asamblea de parlamentarios en Barcelona en julio de 1917, en la que participaron los catalanistas, los republicanos y Pablo Iglesias. En esta asamblea se exigió autonomía para Cataluña y la convocatoria de Cortes Constituyentes. Fue disuelta por las autoridades.
        El movimiento obrero. Había organizado una campaña para solicitar el abaratamiento de los productos  de primera necesidad y convocado una huelga de protesta (18-12-1916), que fue un éxito rotundo. En colaboración con la CNT, la UGT buscó el apoyo de algunos sectores del ejército y de los parlamentarios para organizar una huelga general indefinida el 13 de agosto de 1917. La huelga podía llegar a desembocar en una revolución que derrocara al régimen. El conflicto duró unos cinco días; el ejército no apoyó a los huelguistas, sino que los reprimió (hubo más de 70 muertos). Los republicanos tampoco respaldaron en su totalidad la huelga y su comité organizador, formado entre otros por Julián Besteiro y Francisco Largo Caballero, fue detenido.

2.2. La radicalización del movimiento obrero.
Tras los acontecimientos de 1917 la crisis del régimen monárquico se acentuó, y en el gobierno se sucedían equipos débiles, sin cohesión entre ellos, que tuvieron que afrontar la radicalización del movimiento obrero.
El socialismo español se desligó de la izquierda burguesa y republicana por el desenlace de la huelga de 1917 y por el impacto que provocó en los partidos socialistas de toda Europa la revolución bolchevique y la formación de la Tercera Internacional (1919). Un grupo partidario de ingresar en ella se escindió del PSOE y acabó formando el Partido Comunista de España (PCE, 1922).
La UGT, que siguió controlada por el PSOE, participó activamente en una nueva oleada huelguista (1919-1920). En estos años alcanzó su madurez como sindicato industrial y su récord de afiliados (200.000 en 1923).
La CNT vivió un crecimiento espectacular, con más de 700.000 afiliados en 1919, más de la mitad en Cataluña. La implantación de la CNT en Barcelona permitió al sindicato organizar una huelga de trabajadores de La Canadiense (febrero-marzo de 1919), la compañía suministradora de electricidad a la ciudad. Como consecuencia Barcelona quedó paralizada y sin luz. El conflicto desembocó en una huelga general.
Aunque el gobierno concedió la jornada laboral de ocho horas (1919), se vio desbordado por el conflicto de Barcelona, que resolvieron finalmente los militares y la patronal, apoyados por la Lliga. Los empresarios colaboraron con la represión cerrando empresas, contratando pistoleros para asesinar a los líderes sindicales, etc. El clima de violencia alcanzó cotas extraordinarias en Barcelona, derribó varios gobiernos y arrojó un saldo de cerca de 300 muertos en varios puntos de España (1918-1923).
La conflictividad, promovida por la CNT, y en menor medida por la UGT, llegó incluso a la Andalucía rural. En Sevilla y Córdoba tuvo lugar el llamado “Trienio Bolchevique” (1918-1920), durante el que se crearon sindicatos únicos que agrupaban a todos los oficios e industrias de cada localidad. La lucha sindical, poco organizada, se centró en la reivindicación del jornal fijo, la abolición del destajo, la contratación de trabajadores en los locales de los sindicatos y la aplicación de la jornada de ocho horas en los trabajos del campo.

2.3. La Guerra de Marruecos: el desastre de Annual.
El otro gran problema de la monarquía de Alfonso XIII fue la Guerra de Marruecos (1909-1927), cuyas causas fueron las siguientes.
        La presencia de Francia en el Norte de África. En la Conferencia de Algeciras (1906) Francia y España, ésta última con el apoyo del Reino Unido y Alemania, se repartieron el dominio de Marruecos: el Sur para Francia y el Norte y la salida al Mediterráneo para España.
        La necesidad de prestigio militar y orgullo nacional. A partir de 1898 el Norte de África se convirtió en el espacio más adecuado para la expansión colonial española. Para el ejército, la ocupación de Marruecos podía ser una compensación por la pérdida de Cuba.

Las primeras expediciones españolas se introdujeron en el Rif, una región costera que Marruecos apenas controlaba. La zona estaba habitada por tribus beréberes. El principal líder rifeño será Abd el-Krim, líder nacionalista y republicano que lideró un movimiento de masas independentista contra los españoles. La intervención se inició en 1909 cuando los rifeños atacaron a los obreros del ferrocarril que España estaba construyendo entre Melilla y las minas del Rif. En la zona conocida como el Barranco del Lobo se produjo un enfrentamiento que ocasionó numerosas bajas españolas.
Pese a todo, la penetración española en Marruecos continuó lentamente e incluso se creó un protectorado en 1913. El conflicto pasó a ocupar el primer plano de la actualidad nacional con motivo de la operación militar conocida como “el desastre de Annual” (julio-agosto de 1921), localidad rifeña en la que Abd el-Krim cercó a las tropas españolas. Para escapar del asedio los soldados españoles huyeron hacia Melilla. 10.000 soldados españoles murieron, 5.000 soldados indígenas desertaron del ejército español y otros 10.000 hombres se dispersaron por las montañas. Las posiciones españolas en el Rif, logradas al cabo de muchos años, se perdieron en pocos días. El desastre no tenía precedentes.

Los sucesos de Annual tuvieron dos efectos importantes:
        Afectaron al ejército, muy dividido ya entre africanistas (Francisco Franco, por ejemplo), partidarios de continuar la guerra, y peninsulares (como Miguel Primo de Rivera), partidarios de abandonar el conflicto.
        Abrieron un debate sobre las responsabilidades del desastre. Este fue un arma política que la oposición utilizó para desacreditar al régimen. La Guerra de Marruecos era ya muy impopular, pero tras el desastre de Annual se hizo difícilmente tolerable para las clases medias y populares.

            Tras toda esta situación, entre 1922 y 1923 la monarquía de Alfonso XIII tenía solo dos alternativas para mantenerse: una democratización real del sistema o el establecimiento de un régimen autoritario. Se hicieron algunos esfuerzos por solucionar los problemas a través de medios civiles y constitucionales: se disolvieron las juntas de defensa, se cesó al capitán general de Barcelona y se nombró a un civil para dirigir la crisis de Marruecos. No obstante el régimen derivó finalmente en una solución autoritaria, la Dictadura de Miguel Primo de Rivera.